Aquellas navidades de antaño....




Fuente de la imágen:
romancerodearcos.blogspot.com


Recuerdo con mucho cariño en mi infancia, en la década de los 80, cuando paseaba por la calle en esta época del año y se escuchaba por todas partes el sonido de zambombas, panderetas, cañas y botellas de anís, mezclándose con voces (más o menos agradables) que entonaban esas canciones de toda la vida, villancicos tradicionales o rondeñas de Navidad típicas de cada zona. Canciones que han pasado de generación en generación aprendidas desde muy niños y que siguen ancladas en nuestra memoria. 
   
   Recuerdo los festivales infantiles de villancicos que se organizaban durante el mes de diciembre; todos los colegios de la ciudad competíamos por interpretar a coro una canción navideña elegida para ese año, y si se conseguía que alguien nos acompañase con una guitarra, ya era lo más. O las representaciones teatrales que realizábamos en nuestro propio ámbito escolar, delante de nuestros padres, profesores y amigos. En mi caso eran de libre elección de los alumnos que derrochaban imaginación por todas partes; unos cantaban, otros se exibian tocando instrumentos musicales o demostrando lo que hacían en clase de karate, etc. A mi lo que me gustaba era realizar parodias de los telediarios y programas de televisión. Nos lo pasábamos muy bien, la verdad.
   
   Hace poco asistí a un festival escolar navideño. Y reconozco que me agradó bastante porque los niños lo realizaron con mucha ilusión, pero me fijé en el argumento de la obra -un cuento anglosajón- y la decoración, que consistía en duendes de la navidad, galletas de jengibre, bastones de caramelo y otros elementos mas típicos de otras culturas o países. Quizá sea todo esto parte de lo que llaman globalización, aunque ya en mi infancia veíamos con curiosidad series de televisión norteamericanas que en sus episodios especiales de Navidad nos mostraban una fiesta distinta a la que estábamos acostumbrados, como dándonos a entender que nosotros estábamos equivocados y ellos tenían la razón; o esa es la sensación que yo tenia. De hecho, una vez pregunté a mis padres si a la casa de Bill Cosby no acudían los Reyes Magos.
   


   Casi todos conocen los orígenes nórdicos de Santa Klaus o San Nicolás, ahora llamado Papá Noél. Algunos conocen también que su actual atuendo característico fue una hábil maniobra comercial por parte de una conocida marca de refrescos, pero lo que muy pocos conocen es que su estatus de icono navideño viene dado por un intento de plantear las fiestas navideñas de forma laica, como un evento de conciliación familiar fuera de cualquier ámbito religioso. Y así mismo pasa con otros tantos elementos figurativos importados. Antes de poder beber de las aguas de cualquier otra cultura, quizá deberíamos al menos conocer el origen de su fuente, por muy televisiva que esta sea.
   
   No me considero una persona precisamente creyente, pero si férreo defensor de muchas de nuestras maravillosas tradiciones incluidas las meramente religiosas las cuales respeto pero no necesariamente comparto. Me gustaría que "barriésemos un poco más para casa", que fomentemos más lo nuestro. Seguiremos disfrutando de los cada vez más numerosos festivales de música navideña tradicional que por estas fechas se celebran y de los grupos y personas que lo fomentan y defienden, así como dulces o platos típicos, nuestros maravillosos belenes y nacimientos, y tantas tradiciones regionales repartidas por toda la geografía nacional que no deben desaparecer nunca.
   Feliz Navidad a todos!

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